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Desarrollo Humano

¡Tu temperamento, tu talento!

Por: Sandra Lorena García Flores.

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“Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su Señor”. (Mt 25,14-30).

Hace algunos años, acudí a un concierto del cantautor cristiano no católico Jesús Adrián Romero, ahí él narró su experiencia como joven introvertido, comentó las consecuencias de pretender ser alguien que no era y los grandes frutos que ha obtenido al aceptar su temperamento. En esa predica Jesús Adrián Romero me ayudó a concluir que cuando aceptamos nuestro temperamento dejamos fluir nuestros talentos. Bendito temperamento introvertido de Jesús Adrián quien con sus canciones nos regala una forma de enamorarnos más de Cristo Jesús.

Los católicos estamos de fiesta, en próximos días tendremos un nuevo beato: Carlo Acutis quien con su testimonio de vida nos inspira a seguir confiando en que es posible una nueva civilización del amor. Indudablemente, una de las frases más bellas y profundas del aún venerable y, a partir del 10 de octubre, beato Carlo Acutis es: “todos nacen como originales pero muchos mueren como fotocopias”. Me parece que esta frase evidencia una de las crisis más grandes y dolorosas que enfrenta la humanidad.

En la época del Nuevo Testamento, un talento era la unidad monetaria de mayor valor y equivalía a 6,000 denarios. Un jornalero judío percibía un denario por toda su jornada laboral (Mt. 20,2). Por lo que al ganar tan solo un talento, un jornalero tendría que trabajar ¡aproximadamente 20 años! Si hacemos cuentas podremos deducir que el siervo que recibió cinco talentos en realidad recibió un sueldo de 100 años, mientras que el siervo de los dos talentos recibió un sueldo de 40 años y el del único talento un sueldo de 20 años.

Más allá de esas cifras cuantiosas, lo verdaderamente importante es observar nuestra realidad como hijos de Dios, con conciencia y gratitud. Si valoramos los talentos que se nos han conferido, por mucho, pero por muchísimo más, superan los 5 talentos que se le concedió al buen siervo.

Desde su etimología, la palabra talento proviene del latín talentum, que significa peso. Hoy por hoy el diccionario de la Real Academia Española refiere, en una primera acepción, como talento a la persona inteligente o apta y en un segundo significado como la capacidad física o mental para realizar una actividad concreta, en la que intervienen la inteligencia, la aptitud y la creatividad,

Evidentemente, dichos talentos o capacidades las realizamos desde nuestra esencia, desde nuestro temperamento. El temperamento es un conjunto de sensaciones, pensamientos e impulsos que moldean la personalidad y que no tienen una explicación del todo lógica. Alguna vez estudiando un diplomado en el que vi este tema, le preguntaba a la Maestra de dónde proviene nuestro temperamento, ella respondía que desde nuestra historia pero sobre todo de nuestra naturaleza única e irrepetible. Dos gemelos criados en un mismo seno familiar responden de manera distinta.

Desde hace algunas semanas había querido escribir este artículo. Seguramente, al igual que yo, has visto cómo en esta pandemia se han fracturado o mutilado muchas relaciones humanas. Tristemente matrimonios de más de tres décadas experimentando situaciones no gratas, se están separando. En julio pasado, Forbes México publicó un artículo en el que refiere que el confinamiento ha incrementado el 60% de la violencia doméstica en México. En efecto, esta pandemia vino a manifestar en la humanidad muchas realidades, a exponer heridas no cicatrizadas y a potenciar nuestro nivel de neurosis. Para nadie ha sido lo mejor vivir esta pandemia.

Me parece que cada quien experimenta esta pandemia de manera diferente y responde a los acontecimientos que se están presentando con base en su temperamento. Juzgamos al otro con mucha rudeza por no ser como nosotros somos, sin entender su esencia y sus diferencias. Pero ¿cómo vamos a conocer al otro si ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos? ¿cómo valoramos al otro si no lo hacemos con nosotros mismos? Te has puesto a pensar que has llegado a este punto de tu historia, con ese bagaje de experiencia,  gracias a tu temperamento. ¿Has reparado en las veces en las que el temperamento que te desagrada de la otra persona te ha sostenido y beneficiado? Por supuesto, debemos modularnos, somos seres inacabados y aunque, como adultos, ya no cambiamos tan fácilmente, si podemos hacer nuestro mejor intento.

Quise escribir el presente artículo, en este día 04 de octubre, en el marco de la celebración de uno de mis santos favoritos, San Francisco de Asis y, como Diosidencia, acabo de encontrar este lindo pasaje que va adhoc a esta difícil pandemia que enfrenta el mundo: “Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, dame el coraje para cambiar las que sí puedo y sabiduría para entender la diferencia que hay entre ellas”. No podemos acabar con la pandemia, pero si podemos regular nuestro temperamento, así como las actitudes que nos dañan y afectan a los demás.

A continuación te comparto los tipos de temperamentos, con sus respectivas debilidades y fortalezas, ojalá sean una herramienta que contribuya a conocerte mejor y a aceptarte más.

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A veces nuestro temperamento nos causa vergüenza, pensamos que somos motivo de crítica y rechazo. Estamos acostumbrados a etiquetar, sin embargo, los temperamentos no son  malos, resultan funcionales y deben ser puestos al servicio de los demás. Todos estamos llamados a potenciar lo positivo de nuestro temperamento y a regular lo que no nos funciona y es dañino para nosotros y los demás. Un auténtico conocimiento, una verdadera aceptación y comprensión de uno mismo, así como un verdadero esfuerzo por lograr amar y entender al otro, representan el principio del crecimiento y felicidad humanos. Cuando no hay estos elementos básicos nos vamos contra el otro “como hilo de media”.

La siguiente imagen resume los 4 tipos de temperamentos, ¿te animas a identificar el que predomina en ti?

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El gran psiquiatra y psicólogo suizo Carl Jung, en su obra El hombre moderno en búsqueda de alma destaca que “quizá parezca muy simple, pero las cosas simples son siempre las más difíciles. En la vida real se requiere siempre una enorme disciplina para ser simple y la aceptación de uno mismo es la esencia del problema moral y el compendio de toda una visión integral de la vida. Dar de comer al hambriento, perdonar los insultos, amar a los enemigos en nombre de Cristo, son indudablemente grandes virtudes. Lo que hago con el más pequeño de mis hermanos lo hago también por Cristo. Pero ¿qué ocurriría si descubriera que el más pequeño de todos ellos, el más pobre de todos los mendigos, el más descarado de todos los ofensores, el verdadero enemigo de mí mismo, está dentro de mí, y que yo mismo tengo la necesidad de la limosna de mi propia benevolencia y que soy yo mismo el enemigo que debe ser amado?”.

No sé a ti pero esta reflexión del gran Jung me conmueve notablemente y me recuerda a uno de los dos mandamientos más importantes de Cristo “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Es decir, somos la medida.

Infiero que debemos reconciliarnos y aceptar ese temperamento, que a la postre, ha permitido construir nuestros talentos, ser quienes somos, llegar hasta aquí y tal vez nos ha salvado de la misma muerte. Si hacemos consciencia y miramos con los ojos de corazón al otro también entenderemos su temperamento. Pienso que en esta pandemia muchas veces no hemos visto con esos ojos.

El mismo Jung señala que la neurosis es una división interna: el estado de guerra con uno mismo. Todo lo que agudice esta división nos empeora y todo lo que la mitiga tiende a sanarnos. Es esa neurosis la que nos destruye y acaba con las relaciones más bonitas que tenemos.

No se trata de que saquemos lo negativo de nuestro temperamento sino que procesemos lo que no nos funciona y aceptemos las bendiciones del mismo, lo  importante es aumentar nuestro nivel de conciencia. Recuerda a mayor conciencia, mayor libertad y mayor responsabilidad.

Desde la ética humanista existen tres tipos de personalidades:

  • Razón: en la que impera el pensamiento, quienes poseen este tipo de personalidad buscan una imagen idealizada de sabio. El sentimiento que lo pone en jaque es el dolor desgarrador.

  • Emoción en la que los sentimientos dominan, las personas que tienen esta personalidad, buscar ser reconocidos como buenos o santos, el sentimiento que los hace tambalear es la rabia.

  • Voluntad: en la que la acción es predominante. Para los que poseemos este tipo de personalidad, primero hacemos y lo demás viene después. Nuestro sentimiento de muerte es la impotencia y la imagen que aspiramos tener es de héroe o heroína.

 

Como seres perfectibles lo ideal es que aunque tengamos una personalidad preponderante, transitemos por las tres y experimentemos el sentir del otro.

Desde la neurolingüística, los sistemas representacionales nos ayudan a conocer más de nosotros y de los demás. El saber si somos auditivos, visuales o kinestésicos nos otorga grandes beneficios a favor de todos.

Esta pandemia ha representado una prueba no fácil para nuestras distintas dimensiones, nos sacó de nuestra  zona de confort, de nuestras vidas hechas, individualizadas que ya teníamos, pero también nos da la oportunidad de conocernos y de vencer el reto de reconocer que nuestros amados nos garantizan complementariedad, acción a la que muchos documentos pontificios nos llaman a vivir, máxime cuando de la familia se trata.

Quiero concluir este artículo con una frase pronunciada por el cantante, poeta y escritor Facundo Cabral, la cual encierra el contenido de este artículo: “Tú tienes lo que yo no tengo, yo tengo lo que tú no tienes. Si nos unimos somos inmensamente ricos”. Si nos unimos, si complementamos sanamente nuestros temperamentos, no entregaremos “al hacendado” ni ocho ni 16 talentos, seguramente entregaremos muchos más.

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