Desarrollo Humano
¡La Esperanza que Alienta!
Por: Sandra Lorena García Flores.
Jesús le dijo entonces: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? (Jn 11, 25-26).
Estamos viviendo la octava de pascua. Con una mezcla de sentimientos encontrados, los cristianos hemos conmemorado, no sólo la muerte del Señor, sino también su resurrección de una manera diferente. Paradójicamente, este año, al celebrar el acto más sublime de Dios, la humanidad entera experimenta un hecho que le aflige en todas sus dimensiones.
Desde hace varias semanas, hasta en el lugar más recóndito del planeta tierra, los seres humanos nos hemos visto sacudidos por un virus, que ha resultado ser el arma más letal en nuestra salud integral. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud define a la Salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”; entonces, de acuerdo a esta definición se desprende que la humanidad entera hoy no goza de una salud óptima.
Sin embargo, en lo personal, me parece que este virus, en Aquel que ha vencido la muerte y da esperanza a nuestra vida, nos permite obtener grandes lecciones y ser mejores humanos. Muchas cosas dábamos por hecho: el trabajo se volvió una adicción, el placer una distracción y así, nos sumergimos en una dinámica en la que las cosas se volvieron más importantes que las personas, lo físico más que el espíritu; se asumió una pseudo omnipotencia, se pensó que las personas valían por su hacer y su tener y olvidamos enriquecer el ser. Sorprendentemente, un virus microscópico nos vino a poner en nuestro lugar, recordándonos cuán vulnerables y falibles somos.
Es insoslayable que al leer las siete declaraciones de Jesús en el evangelio de San Juan, encontramos las respuestas que consuelan nuestras tribulaciones, alientan nuestra esperanza y nos impulsan a tomar la acción que como personas cocreadoras y libres nos corresponde. En lo personal, estoy cierta que el Dios bueno nos otorga no sólo la libertad, sino también la responsabilidad y la satisfacción de logro en los deberes que a nosotros nos corresponde. Nick Vujicic, en su libro un espíritu invencible describe las bondades y la plenitud en las que puede vivir un hijo de Dios cuando pone su fe en acción. Te comparto una frase de dicho texto, que estremecen mi corazón y mi mente y que resume el contenido de este artículo: “pero sé que donde somos débiles Dios es fuerte, y cuando ponemos la fe en acción, somos invencibles”.
Desde la psicología, la esperanza es un estado interno de absoluta confianza y, relacionándola específicamente con una experiencia de pérdida, (como en estos momentos es nuestro caso), se refiere a esa profunda certeza de que esto pasará. La esperanza es un bálsamo que consuela y proviene de nuestra esencia, de nuestra sabiduría interna.
Los sueños son nuestras metas, que desde lo profundo de nuestro ser construimos, y que nos empujan a cumplir el propósito por el cual estamos aquí. Los sueños nos permiten sentirnos vivos, pero en esa libertad concedida desde lo Alto, podemos construirlos o destruirlos.
Empero, hay quienes sólo viven en la expectativa, en la creencia de que otro: el gobierno, la familia, la iglesia, los amigos, va a resolver lo que debe hacer cada quien. Las expectativas son muy desgastantes y tóxicas porque en ellas se cede el control a un tercero. Desde aquí no manifestamos todo el potencial que se nos ha concedido.
La esperanza y los sueños son la motivación en nuestras vidas, pero la motivación sin acción o proceso es totalmente infértil. Por ello, me pregunto y te pregunto en este aislamiento ¿hay alguna meta que se quiera trabajar?, ¿existe algún obstáculo que se desee superar?, este espacio ¿te está permitiendo y me está permitiendo darnos cuenta de cuán satisfechos nos iríamos si hoy fuéramos llamados a dar cuentas?
Sin lugar a dudas, un tema muy alarmante en esta pandemia es el económico. Tengo un amigo empresario muy creativo y exitoso, a quien quiero y admiro con el corazón, cuando se anunció el confinamiento tenía como preocupación principal el detrimento económico que se avecinaba, en mucho por no querer dejar sin trabajo a sus colaboradores. Recién platiqué con él y muy contento me compartió que, incursionando en una actividad distinta a la que realiza, con mucha responsabilidad y tiento, pudo obtener ganancias que le permitirán solventar los gastos fijos de su empresa, durante dos meses.
Observo que en esta crisis habrá quien actuará iluminado por la creatividad e inspiración pero también quien se paralizará y omitiendo acción alguna culpará a las circunstancias. Soy una convencida de que el ánimo sube con la productividad que impacta en nuestra vida y en la de quienes nos rodean.
Es muy importante generar conciencia, a través de la introspección, de la situación que vivimos y que, inevitablemente, traerá sus debidas consecuencias. Pero también es significativo trabajar en aquello que nos preocupa, en el área deseada, a través de un proceso que integre la planeación, la organización y el control.
Te pongo un ejemplo, que a lo mejor en ti no despierta interés, pero a mí me resulta ilustrativo. Por favor, descubre cuál es la meta que conecta con tu mente y tu corazón. El ejemplo es el siguiente: mi deseo es bajar 5 kilos en la cuarentena, debo poner una fecha para que sea una meta.
La planeación plantea las siguientes interrogantes:
Qué: bajar cinco kilos.
Cómo: las acciones medibles que se realizarán: tomar agua, modular mi ingesta de alimentos, hacer ejercicio, tener un sano descanso.
Cuándo: Durante la cuarentena.
Dónde: Seguramente en nuestro hogar.
Quién: La persona que emprende.
Con quién: Con quien lo desee.
La organización: Combina el trabajo que los individuos deben efectuar. Es importante respetar y acompañar el proceso de quienes conviven con nosotros. No dar ni ser tentación. Respetar los tiempos y las prioridades de los demás.
El control: significa ejecutar mi plan con herramientas que me permitan monitorear mis acciones y ver los resultados deseados, con cronogramas, tableros de control, en este caso la báscula y nuestra ropa nos indicarán si estamos cumpliendo el objetivo deseado, entre otras, Es un principio de administración que lo que no es medible no es mejorable y si o es mejorable no es exitoso.
Hermanos, la pandemia tarde o temprano pasará. Lo primordial es que en ese momento, todos estemos. Pero también deseo que al final de la cuarentena no nos arrepintamos de haber malgastado el único recurso no renovable: el tiempo. No sé si en retrospección nos preguntemos ¿valió la pena echarme todas las series de netflix? ¿cuáles son los resultados de estar pegado en las redes sociales agotando mi energía?
Yo veo, en el ambiente en el que me desenvuelvo, personas con miedo pero que movidas por los frutos del Espíritu Santo: la creatividad, la intuición, la adaptación, la flexibilidad, la inspiración y con la esperanza que viene del Resucitado se están reinventando, creando oportunidades para sí y los demás. Por otro lado, veo a quienes apanicados piensan que la cuarentena es un largo periodo de descanso. Mi reconocimiento a quienes desde su trinchera siguen actuando con fe, esperanza y caridad, desde el mundo espiritual pero también desde el mundo físico, a aquellos cuya confianza está viva y, por tanto, no morirá jamás. Creo en esto.
Yo te invito a que si en estos momentos de tu vida no sabes qué hacer, si en ti hay desmotivación, desgano, miedo; empieces sirviendo, con ello vas a redescubrir y a manifestar ese inmenso potencial que hay dentro de ti. Sirve, aún en estos momentos, sirve. También puedes iniciar ordenando todo aquello que no habías puesto en su lugar por falta de tiempo. Soy una convencida de que cómo tenemos el cajón de nuestros “calzones”, así tenemos el cajón de la oficina y más allá, las distintas áreas de nuestra vida.
Te pido, si te es posible, que en este tiempo de aprendizaje te propongas mínimo una meta, te aseguro que en este mal que aqueja, sin distinción alguna, a la humanidad entera, encontrarás un mensaje de profunda esperanza.