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Desarrollo Humano

¡Levántate y Anda!

Por: Sandra Lorena García Flores.

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Un hombre llamado Lázaro de Betania muere y después de cuatro días Jesús lo resucita diciéndole: “Lázaro, ¡Levántate y anda!” (Jn 11, 1-44).

En nuestra realidad actual es muy común encontrar personas, de todas las edades, viviendo inmersas en un nivel de estrés, miedo y ansiedad. Situación que desencadena un mayor índice de enfermedades y trastornos tales como: depresión, fobias y adicciones, entre otros.

Por citar un ejemplo, de acuerdo a la Secretaría de Salud en México, la depresión constituye un problema severo que día tras día va en incremento. Según cifras de dicha institución aproximadamente el 20% de la población mexicana de entre 18 y 65 años experimentan esta aflicción. Por otra parte, estudios recientes del Instituto de Resiliencia en España arrojan que en aquel país, una de cada siete personas padece depresión. La tendencia, de continuar así, es que para el año 2020 una entre cuatro personas sufrirá esta enfermedad, es decir, nos encontraremos con el 25% de la sociedad con este padecimiento. Que, tristemente, al igual que Lázaro se está muriendo en vida.

Como sociedad vivimos sumergidos en muchos ismos: consumismo, materialismo, hedonismo, egoísmo, utilitarismo, conductas que a la postre nos agotan y nos alejan de nuestra esencia y dignidad cristiana, provocándonos un profundo vacío existencial. Tan es así que, en occidente dos disciplinas de la medicina que han crecido de manera considerable son la psiquiatría y la cirugía estética.

Coincidentemente he leído en dos textos, uno de desarrollo humano y otro de contenido empresarial que los psiquiátricos se integran, en su mayoría, por personas a las que no les gusta su existencia, las cuales se han dedicado a cumplir las expectativas de los demás, lo que lejos de levantarles ha contribuido a una muerte en vida.

El periodista estadounidense Norman Cousins decía que la gran tragedia de la vida no es la muerte. La gran tragedia de la vida es lo que dejamos morir en nuestro interior mientras aún estamos vivos. A diferencia de otras creencias, los cristianos profesamos que sólo hay una vida terrenal y, tristemente no conocemos la riqueza que como personas humanas y mayor obra de la creación poseemos. Dios se hizo humano por todo lo bueno, bello y verdadero que ello significa.

Cuando desistamos en dejarnos morir mientras aún estamos vivos y recordemos que la gloria de Dios es que el ser humano viva en plenitud, en todas sus dimensiones, tendremos un sentido de vida, nos ocuparemos más de nosotros y de nuestro prójimo, por tanto, seremos verdaderos constructores del Reino de Dios.

En la cita bíblica señalada en el primer párrafo, me estremecen dos versículos, el 21 en el que Marta le reclama a Jesús <<Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto>>, cuán importante es saber que Jesús no se mueve, que Jesús siempre está, pero que somos nosotros los que sí lo sustituimos por bienes fugaces, y el 36, en el que los judíos exclaman <<Miren cuanto le amaba>>. Le amaba con la misma intensidad que nos ama a cada uno de nosotros. Si fuéramos conscientes de su amor inmensurable el mundo sería distinto. El mundo se levantaría y andaría.

Nadie ama lo que no conoce, ni da lo que no tiene; por tanto, si no eres, ni soy capaz de santificar el cuerpo, la mente y el espíritu, seguramente transitaremos una vida atormentada y no en abundancia como la que nos fue prometida.

Por último, te invito a que te respondas de la manera más genuina posible, lo siguiente:

  • ¿Qué tanto te gusta tu vida?

  • ¿Eres consciente del valor que posees?

  • ¿Cómo cuidas tu cuerpo, tu mente y tu espíritu?

  • ¿Existe algo que estás dejando morir en tu interior, que te está carcomiendo y te está volviendo putrefacto aunque aún estás vivo?

  • ¿Qué harías si hoy fuera el último día de tu vida?

  • ¿Qué es lo que te impide levantarte y andar?

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