Curso de Lectio Divina
I. Breve Introducción a la Lectio Divina
1.5 La pro-puesta de América Latina
En el último encuentro latinoamericano celebrado en Aparecida, Brasil, el documento oficial nos exhorta con las siguientes palabras:
«Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo. Con sus cuatro momentos (lectura, meditación, oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo al modo de tantos personajes del evangelio: Nicodemo y su ansia de vida eterna (cfr Jn 3, 1-21), la Samaritana y su anhelo de culto verdadero (cfr Jn 4, 1-42), el ciego de nacimiento y su deseo de luz interior (cfr Jn 9), Zaqueo y sus ganas de ser diferente (cfr Lc 19, 1-10)... Todos ellos, gracias a este encuentro, fueron iluminados y recreados porque se abrieron a la experiencia de la misericordia del Padre que se ofrece por su Palabra de verdad y vida. No abrieron su corazón a algo del Mesías, sino al mismo Mesías, camino de crecimiento en “la madurez conforme a su plenitud” (Ef 4, 13), proceso de discipulado, de comunión con los hermanos y de compromiso con la sociedad»
(CELAM: Aparecida, 249).
Con el encuentro de “los dos mundos”, el nuevo continente comenzó a conocer el mensaje evangélico, al inicio, resultó contrastante por las “estrategias” utilizadas, más tarde, la aceptación libre y personal se fue dando gradualmente en su humana y espiritual asimilación. Han pasado cinco siglos de evangelización en América Latina, ahora los papeles se invierten, hoy día nuestra tierra es señalada por algunos como esperanza para el viejo mundo que cada vez más se desacraliza y materializa. No obstante, el peligro para Latinoamérica resulta también eminente frente al consumismo, el hedonismo, el pragmatismo, el sectarismo, el sincretismo…, infiltrados y re-estructurados en nuestro contexto. Parece que se ha ganado mucho en el campo de la tecnología, la globalización, la ciencia, pero, ¿realmente estamos creciendo en nuestra identidad cultural, en la búsqueda del bien común (particularmente a favor de quienes menos tienen), en una forma de vida más digna y justa? En fin, preguntas que interpelan nuestra vocación humana y social. La Iglesia, ante ello, no puede quedarse callada, los cristianos no somos seres “extraterrestres”, estamos en el mundo para transformarlo con nuestro compromiso. La Palabra de Dios leída, meditada, orada, contemplada, actuada en nosotros, es fuente de vida para nuestros pueblos.
Podemos vislumbrar una propuesta del ser y el quehacer de la Lectio en la identidad de América Latina. Precisamente los cinco documentos de la CELAM (Río de Janeiro 1955, Medellín 1968, Puebla 1979, Santo Domingo 1992, Aparecida 2007), analizan y confrontan la realidad de nuestros pueblos latinoamericanos con la Palabra que comunica los valores auténticos del Reino de Dios. Podríamos decir que se trata de una Lectio recíproca, lectio que no se reduce a un acto meramente espiritual, sino trasciende a un compromiso personal y social en el mundo. Nuestro pueblo constituye también un libro que debe ser confrontado con el Libro de Dios.
Carlos Mesters, teólogo latinoamericano, nos sitúa en la presente temática:[1] Así como el principio de la unidad de la Biblia prohíbe aislar los textos, arrancarlos de su contexto y repetirlos como verdades aisladas y absolutas, la Lectio Sagrada en nuestros pueblos no puede aislarse o arrancarse de su realidad histórica-social, pues la Palabra de Dios se encarna no solamente en las épocas del pasado, sino también en nuestro hoy: “Ojalá pudieran escuchar hoy su voz” (Sal 95,7). Es esta Lectio que rechaza cualquier forma de individualismo, acogiendo más bien la comunidad convocada por ella misma, capaz de interpretar nuestro contenido histórico-social-religioso, así como los grandes retos que afrontamos para instaurar el Reino revelado por Jesús.
Ahora bien, Jesús es la clave principal de la lectura comunitaria. El proyecto de su Reino involucra a los hombres y mujeres de todos los tiempos. La fe en Jesús y en su proyecto nos ayuda a leer, meditar, orar, contemplar, actuar con el Libro de Dios y en el Libro de nuestro pueblo. La Lectio que tomó forma en la vida monacal sigue tomando estructura en nuestro propio contexto, mientras que para los monjes la Lectura es inseparable del ora et labora, para nuestra realidad latinoamericana, el trabajo también es ocasión para asumir la espiritualidad bíblica. Al respecto, Mesters indica que la práctica de la lectura realizada por los pobres es la versión latinoamericana, mejorada y actualizada, de la práctica de la Lectio Divina, pues los pobres van hacia el interior de la Biblia desde los problemas mismos de su vida, al leerla a partir de sus luchas y de sus realidades concretas. De allí que la Lectura Orante sea la experiencia profundamente comunitaria (compartida y solidaria) de los pobres de Yahvé de nuestros tiempos.
Pero, ¿quiénes son los pobres? Son los despreciados del mundo, los indefensos, los necesitados de justicia y libertad; de salud y bienestar, los que ponen su confianza en Dios con los pies en la tierra y el corazón en la eternidad.
Al habernos entronizado en la pobreza evangélica, Carlos Mesters nos brinda algunas instrucciones que favorecen la Lectura individual y grupal, es decir, la experiencia espiritual encarnada, de la Lectio que pasa a la Actio, de la lectura orante a la lectura solidaria con los pobres. Veámoslas:
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Leer y releer, cada vez más hasta conocer bien lo que está escrito.
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Repetir de memoria, en voz alta, lo leído y comprendido, rumiarlo hasta que de la boca y la cabeza pase al corazón y entre en el ritmo de la propia vida.
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Responder a Dios en la oración y pedir que nos ayude a practicar lo que su Palabra nos pide.
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El resultado es una nueva luz en los ojos que permite saborear la Palabra y observar el mundo de manera nueva para actuar en su transformación.
Se trata de la Lectura Sagrada que educa al pueblo de Dios, lo instruye, lo transforma, lo libera. Del pueblo llamado a acercarse a la Palabra no para refugiarse en un falso pietismo, ni en la justificación de los propios intereses, ni en utopías mesiánicas, sino en el compromiso y la esperanza, con el ora et labora de un pueblo concreto que está encarnando los principios y valores del Reinado Eterno de Dios: «Explicándoles las Escrituras, Jesús corrige los errores de un mesianismo puramente temporal y de todas las ideologías que esclavizan al hombre. Explicándoles las Escrituras, les ilumina su situación y les abre horizontes de esperanza” (CELAM: Santo Domingo, 4. 19).
[1] El hilo conductor del siguiente discurso está tomado de: C. MESTERS Y EQUIPO DE LA CRB, La lectura orante de la Biblia, EDICIONES DABAR, México 2000.