Es la experiencia del lector-inquieto para leer los textos sagrados y dejarse leer por ellos. Se trata de una espiritualidad bíblica hilada por la Palabra que se lee, se medita, se ora, se contempla. Es la Sagrada Escritura que habla, consuela, confronta, libera a quien se acerca con la disposición del corazón: “Habla Señor, que tu siervo escucha” (1 Sam 3). Palabra de Dios escrita y acontecida en el hoy de nuestro contexto personal y comunitario, “pues viva es la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas; y discierne sentimientos y pensamientos del corazón” (Heb 4, 12).